Vuelos Fraggle
Me gusta muy poco abrir el portátil en los aviones, porque el espacio es tan reducido que tienes que escribir con él medio plegado y rezando para que el inútil de enfrente (porque inútil tiene que ser el que siempre se lía y me la lía con el botón de reclinado) no se eche hacia atrás y te haga tragar pantalla, bandeja e instrucciones de seguridad.
Pero no lo puedo evitar. Hoy no. Han sido dos semanas de viajes en los que he usado ya 8 vuelos, de los cuales 7 fueron con retraso y el otro se canceló dejándome tirado en Milán-Malpensa 2 días. Ni exagero ni me he fumado nada. Escribo estas líneas de vuelta a casa, a caballo entre el momento en el que he visto que el vuelo a Bilbao (el último de mis 8) está retrasado -por aquí tenéis la foto - y el que me lleve en el avión para completar estas líneas que no son más que un intento de soltar lastre y bilis sin que haya heridos.
Porque vaya tropa.
Volar se ha convertido en la nueva pesadilla de los teletrabajadores que tenemos que saltar entre países de vez en cuando. Ya era un medio de transporte incómodo desde que decidieron achicar espacios a bordo, y pasó a ser antipático desde cuando les hizo gracia eso de quitarnos el queso del sandwich y terminaron no dándonos ni la bolsa donde echar la pota. Después, ha ido poco a poco convirtiéndose en una auténtica rémora de tiempo para los que íbamos con la inercia de pensar que volar es rápido.
Hipótesis nula: volar es rápido.
Resumamos un viaje a Vitoria a Milán como el mío del pasado lunes. Supongamos que no hay demasiado retrasos y que la gracia divina no me obsequia con cancelaciones ni huelgas ni atascos ni averías ni santos patrones del taxi. Vamos a lo que me sucede SIEMPRE al final de esta trayectoria de 10 años volando casi todos meses que comenzaba con vuelos cómodos y profesionales Bilbao-Oporto allá por 1999 y que acaba con TUVISA (o cualquier compañía de autobuses urbanos) superando en agilidad a toda una banda de pájaros. De los que vuelan y de los otros.
Primero, coche a Bilbao (los vuelos desde Vitoria a Madrid o los planeas el año anterior o se llevan el presupuesto de tu departamento); en Bolueta SIEMPRE hay atasco, así que una hora hasta el Parking de Loiu no te la quita ni Ecclestone. Un acceso al mismo hecho con el culo y unos ascensores que salen un lunes y llegan un martes-por-la-noche-dios-mediante te hacen perder media hora más hasta que llegas a facturación. O debería decir felación, porque en los paneles de arriba pone que puedes ir a los mostradores 1 a 15, pero sólo te aceptan en el 13, 14 y 15 porque en los otros te dicen que no, que pone eso arriba pero que vayas a los otros. Si has guardado cola, te j***, pero yo doy por hecho que es vox populi y que sólo pican los turistas que hacen lo que les piden: leer unos paneles que mienten. Así que he hecho cola 'bien 'y tras media hora me dan tarjeta de embarque. Un retraso de 20 minutos es lo mínimo (yo no he visto nada por debajo de ahí en 4 años, salvo honrosas excepciones), así que dos horas y media desde que saliste de casa, estás en el avión.
El vuelo, rapidísimo, sin turbulencias, 50 minutos y en Madrid. Bueno, realmente, en tierra, porque desde la pista hasta el finger nos llevó 15 minutos extra de avión rodando entre pistas como si fuera La Castellana. Eso sí, las rodillas destrozadas (y eso que mido 1,74, o sea tirando a pequeño), los riñones pidiendo la extrema unción y sudando, menos mal que al salir siempre choriceo la prensa que dejan los VIP de las primeras filas.
Barajas, bien, buenos bares en los que te clavan 12 euros por un bocata y un zumo de naranja. Será que saben que paga la empresa, porque allá mi primo en el pueblo puede armar una pajarraca del tres si el pincho pasa del euro. En fin.
Dos horas de espera hasta la salida del vuelo (o no te dan combinaciones por debajo de esa margen o no las encuentras), la puerta de embarque no está asignada y te apalancas dando sorbitos a tu zumo de naranja (que para eso ha costado un riñón), te pones a currar un poco y cuando más concentrado estás te percatas de que acaban de asignar puerta, que está en el otro extremo y que cruzar la T4 cuesta media hora (saben porqué hay siempre gente corriendo? pues eso...
¡¡¡¡Vuelo puntual! Dios mío!!! Me gustaría darme de codazos cómplices con el de al lado para congratularme con él de milagro, pero estoy encajonado en el asiento y no puedo más que ajustarme el cinturón con mi afamado juego de muñecas. Tengo barriguita (vale vale, barrigota), pero hombre, no un colchón de látex talla XXXL, y este espacio no daría para más ni a Paris Hilton. Por supuesto, todos los compartimentos de arriba están abarrotados de MALETONES que la gente pasa de facturar, y que o te planchan el portátil si te atreves a ponerlo o te fuerzan a llevarlo debajo del asiento, momento en el que te das cuenta de que ahí debajo no hay el espacio que dicen, y tras jugar al tetris con el pobre ordenador terminas poniéndolo de pie semiescondido para que la azafata no te lo requise y mande a despresurizar los iconos de windows a la bodega.
Vaya por dios. El piloto informa (3 veces de 7 en mis últimos vuelos cuando escribo ésto, así que lo doy por lógico y normal) que tenemos que esperar una hora para que nos den autorización (a Iberia? autorización en su propio aeropuerto? bueno, no soy experto, mejor me callo...), menos mal que justo en ese momento ponen el aire acondicionado a tope, con lo que el sudor se congela a la altura de mis caderas y mis riñones mutados a sorbete claman por la chaqueta que anda por ahí arriba hecha un sandwich. El de delante se echa atrás sin previo aviso y me trago la colonia de muestra que trae la revista de Iberia, mientras Rafa Nadal en la portada me recuerda con su sonrisa que por cosas como esa él viaja en primera y que abajo, chavalín, eso que ha hecho 'crack' es algo de mi maletín. O de mi rodilla, pero no puedo comprobarlo porque estoy completamente encajonado.
Por suerte, el retraso es menor, sólo nos tienen 20 minutos atascados y a la espera de permiso. Así que despegamos - perfumado y congelado - y durante el vuelo consigo, tras intensa y desigual pelea con los reposabrazos, el asiento de delante y una ballena que no consiguó sitio mejor para suicidarse que el asiento contiguo, sacar el portátil, abrirlo ligeramente y meter las manos para poder seguir con estas líneas (en vídeo inverso, que es como se ve una pantalla lcd si la miras casi de lado). Reescribo cosas una y otra vez porque no me salen más que tacos barriobajeros y la vena soez escupe a borbotones todo eso que me gustaría decirle al gañán de delante y a Wally, pero ambos roncan ajenos a mi agonía. Total, 2 horas de vuelo escasas.
Aterrizamos en Linate. Hasta me quedé dormido en la aproximación (angelito...). No había fingers, así que llamaron a jardineras de los años 60. Lógico cuando vuelas con una compañía de tercera clase, no como EasyJet, Vueling o RyanAir, con sus "cruceros" de lujo cómodamente desembarcando peña en esa terminal que aparece allaaaaaaaaaa en el horizonte, donde se te antoja que debe estar, como poco, Vitoria. Siempre hay una silla de ruedas o una persona mayor que necesita ayuda (lo sé, no soy muy políticamente correcto, pero a estas alturas ya me puedo rascar unos cuantos tabúes, a quién se le ocurre volar con Iberia a cierta edad...) así que una de las jardineras (siempre la mía porque soy el último en salir, no en vano sigo encajado mientras la ballena se pone la ropa y descuelga lo que parece la valija completa del Sha de Persia) tiene que esperar turno. Y bueno, lo de la circulación sanguínea humana, eso de que es doble y tal... milongas, la mía desaparece en estos vuelos. Puro jarabe de mala leche atascado en los riñones.
En los carrouseles de maletas, un pequeño milagro. Las maletas ya estaban desfilando por la cintas!!! (jodo!!!), y además en perfecto estado, hasta se nota poco la host***... perdón, el pequeño golpe que le han dado en un lateral. Pero no se ha retrasado, sólo llevo camisas y le tengo muy poco cariño (a la maleta), que todo tengo que decirlo y todo me da igual ya mecagontoloquesemenea!!!!!
Un carabinieri para al de delante mío y al de atrás (venimos de África o qué?), así que parece que mi suerte remonta. El Taxi me espera, así que no tengo que hacer ninguna cola, pero hay un pequeño atasco de 15 minutos. 45 después, estoy en el hotel Montesolari, que de solari tiene poco y de monte mucho (otro día me pongo con los hoteles, hoy son otros los que me tienen contento...).
Hago cuentas. Salí a las 2 de casa, llegué a las 11 al aeropuerto. 9 horas para 1100 kilómetros. A una media de 122 Km por hora.
Yo las hago mejores con mi saltamontes. Y voy más cómodo. Y pongo la música que quiero. Y puedo hablar por teléfono (manos libres eh?). Y disfruto del paisaje. Y lo que me pase es responsabilidad mía. Y en las estaciones de servicios no trabaja Curro Jiménez, con lo que café + sandwich = 4€. En fin.
Si a esto sumamos cancelaciones, obras, maletas que se pierden, aglomeraciones en las puertas de seguridad que te hacen creer que estás dando vueltas a la Meca, un café horrible y que casi siempre estás solo, diganme porqué debo coger, en lo que me queda de vida, un sólo avión más.
La siguiente, en coche, en tren o en mismísimo barco.
Igual hasta llego antes.
Lakua, 6 de Octubre.
Oscar
P.D.: La realidad, efectivamente, supera a la ficción. Porque esta aventura CIERTA COMO LA VIDA MISMA tiene más anécdotas del mismo viaje que desgrano aquí, más tarde, por considerarlas generosamente como 'anormales'. ¿Quieren saber porqué, les queda paciencia y no han acabado el café?. Pues sigan leyendo, sigan.
Puerta J52. Vuelo IB0428, de vuelta a casa (Madrid-Bilbao). Embarcamos a las 7:45. A las 8:45 seguimos parados mirando al techo. Nos dicen que problemas técnicos y tal, que vamos a perder el slot (y nosotros la paciencia). Pasada la hora de comernos los mocos, nos desembarcan para que hagamos pis, o eso debe ser porque en 10 minutos nos vuelven a embarcar.
Vuelo IB3637, de vuelta a casa (Malpensa-Madrid). Hay huelga en Francia. Huelga general, de esas anunciadas desde hace meses pero que no debieron ver los responsables de ventas de billetes que vendieron como si no fuera con ellos. Todas las compañías serias desvían sus pasillos aéreos de francia a africa, así consiguen no cancelar nada a costa de un poco más de combustible. Iberia no. Iberia cancela, te da un folio rosa para que te quejes y te deja en manos de tu habilidad para buscar hotel en Milán en medio de La Semana de La Moda. Acabé en un Motel de carretera, pero ya digo que el tema de los hoteles lo dejo para otro día...
Reclamaciones: hice tres, dos graves (cancelación de 48h una y retraso de 4 otra) y una nimia (retraso de 2 horas). ¿Saben cuál es la que han respondido? Bingo. Otras reclamaciones antiguas (con facturas, documentación requerida, etc...) duermen el sueño de los justos.